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sábado, 28 de noviembre de 2009

Esencias florales: Algunos estilos y momentos del encuentro amoroso. Susana Veilati, TFI

Los amantes, René Magritte (1898-1967) 

     Las esencias florales permiten hondas e inevitables reflexiones sobre el amor. Inevitables, porque si me interesa colaborar a darle un sentido a las heridas del desamor, habré de enredar el hilo de su historia a alguna esencia floral. ¿Por qué? Porque creo que en un buen proceso de terapia floral se puede aprender incluso a amar. Las emociones se educan.
     Fruto de esa experiencia como tejedora es el texto que sigue, habla de cuáles posibles estilos amorosos –unos pocos- es probable recorrer en la vivencia compartida del amor: apasionados, crueles, helados, galantes... de todos ellos diremos algo a continuación.

     Comencemos por las esencias de primera generación, las del Dr. Bach.

El estilo IMPATIENS

     “Incluso en el amor se debe tener buen sentido y sentido de la medida”. Esta reflexión de Clarice Lispector ("Aprendizaje, o el libro de los placeres". Ed. Siruela) hace pensar en los momentos en que el amor se siente a modo de hoguera desmedida que consume. Arrebatado, precipitado, necesitado violentamente del otro, apremiante... con esa forma de quemar las etapas e ir vorazmente hacia el otro. El buen amante sabe esperar. ¿Qué es lo que espera? Espera que el placer venga solo, de sí mismo, sin forzar. Tal es la relajación del apremio que propicia la toma continuada de esta esencia. El único que hizo algo en siete días fue Dios, e incluso con dudosos resultados.

El estilo CHICORY

     “Cómo hoy has hecho lo que yo quería te voy a dar el premio de una noche de amor”. Mas allá de que sea natural que uno se muestre más generoso en el amor cuando ha recibido una muestra de amor, convengamos que sí hay un estilo de relación en la cual se dice a menudo: “Como has sido un chico bueno, hoy te toca”. Pero ¿qué es lo que aquí tiene lugar? Supongamos que esto le sucede a una mujer. Parece tratar a su hombre como a un niño. A los niños se los premia después de que han hecho algo bien, así uno socializa a esos pequeños diablillos. Pero esto no conviene extenderlo a personas con más de 10 años.
     Hay mucho dolor en esta mujer que se olvida de ser mujer para ser madre, y que tiene un marido que, en algún momento, puso a su propia madre en el lugar de su mujer. Estas cosas siempre se realizan de a dos. Chicory apunta a recoger las velas maternales a favor de ser mujer con un hombre.

     Revisemos a continuación algunas de las esencias de 2ª generación:

El estilo CORAZONCILLO (Bleeding Heart)

     Es tan efectiva esta esencia para ir al amor más relajados y como consuelo del desamor, que no entiendo porqué no está disponible en las salas de urgencia de los hospitales donde recalan los que sufren de depresión por abandono: “Te necesito como a una dosis de heroína”. Se trata de un estado que comienza a asomar cuando, en el trayecto hacia el otro, prevemos que nuestro corazón puede romperse en mil pedazos. “Sufro ahora que voy hacia tí, sufriré más adelante...cuando me abandones”. Amor con sangre entra y sale. Crónica de un deseo siempre insatisfecho en donde no parece haber ningún lugar para el placer y la dialéctica (eso que hace que el encuentro pueda ser siempre diferente porque no estás anudado a ningún sentido trágico en especial y, además, no hay un amor igual a otro). Sin duda que este estado dolorosísimo –de duelo anticipado y conseguido a fuerza de tanta anticipación- parece más femenino que masculino. Y es que algunas mujeres construyen inmediatamente algo definitivo donde sólo hay una oportunidad. Rápido se va a romper un corazón atado a mástil tan débil. Con la esencia de la BORAGE si el estado es desesperado.

El estilo STICKY MONKEY FLOWER

     “Tengo miedo de hablarle y advierta la enorme necesidad que tengo de ella”, decía hace unos meses una persona. El consumo de esta esencia está tradicionalmente asociado a los hombres, pero no excluyamos a las mujeres. Miedo a la intimidad, a la entrega, a que se note lo que sentimos (la experiencia en sujetar el vuelco hacia el amor), a dejarse arrebatar por el contacto sexual que es inhibido, a veces por años, o ejercido compulsivamente como formación reactiva, con poca presencia de sentimientos cálidos. Las ganas de amar se intensifican tanto que devienen en ansia, probablemente por la oposición interna que alimenta el miedo a sentir (a veces residuo de algún abandono amoroso). El ansia asusta. La dinámica sería: a más deseo, más miedo, que a su vez provoca más deseo... y así sucesivamente; se entiende la afirmación de Fritz Perls “Dime lo que temes y te diré lo que deseas”. Está recomendada para la impotencia sexual masculina y la eyaculación precoz. Esto está escrito en los libros que describen sus propiedades terapéuticas. Pero voy con mucho cuidado a la hora de hacerme eco de tales afirmaciones. El hecho de que esta esencia permita una rendición al impulso de vinculación merced a la disminución del miedo a ser descubierto, me parece más que suficiente. Por otra parte, la terapia floral no se ocupa de la impotencia sexual ni de la eyaculación precoz, este es del terreno de la medicina. Recordemos, por favor, la obligación legal de no usar términos médicos.

El estilo FLANNEL FLOWER

     Esencia del sistema de Bush, Australia. Se trata del galán seductor: apetecible, sensual, encantador, a veces diestro... pero helado. Alguien muy afectado por este sentir dijo en cierta oportunidad: “Cuando la acaricio solo siento mi mano; y si me toca, tarda mucho en aparecerme alguna sensación”. Anestesia su cuerpo y, claro está, su tacto; insensibilidad que contradice esa fiesta de mimos y placeres que promete con su gestualidad y que creen los más inocentes. Para los ojos más diestros es evidente que cuando mira se mira a sí mismo, que cuando habla es para sí. Narciso regodeado en su propia imagen. Mucho es el dolor, la vivencia de desencuentro, soledad y esterilidad que padece el que sólo se topa consigo habiendo tantos otros.

Gracias por tu atención
Madrid, 2006