Hay personas a las que me cuesta imaginar muertas, el director Claudio Abbado era una de ellas. Murió serenamente, a los 80 años, en Bolonia. Era un director admirable, honesto, generoso, discreto pero asertivo, y sin esa pátina de soberbia y distancia que suelen tener algunos de sus colegas. Dicen, quienes lo vieron en persona, que cuando subía al podio, un brillo, una corriente de luz y electricidad insuflaba a los intérpretes y renovaba el espíritu de todos los allí presentes. Era una bella persona.
Os dejo con este video hecho en Roma, hace 10 años, en la Accademia Nazionale di Santa Cecilia. Dirigió a su orquesta juvenil interpretando piezas de Gustave Mahler. Observad la delicadeza presente desde el principio hasta el último instante de la interpretación.
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